¿Cómo Estados Unidos usó el Islam radical y el 11 de septiembre para promover el imperialismo y anular la Constitución?
Esta es la primera parte de una reevaluación en tres partes del 11 de septiembre a la luz de nuevas y sorprendentes evidencias que pueden hacer cambiar de opinión a muchas personas sobre la llamada «locura» de aquellos que se han negado a aceptar la historia «oficial» del gobierno de esto. Evento traumático y definitorio, que ha desviado tan trágicamente la política de EE. UU. durante los últimos 20 años.
[ Nota de los autores: Todo, se nos dice, cambió en septiembre de 2001. Han pasado veinte años desde el espectáculo de terror del 11 de septiembre. En este sombrío aniversario, ofrecemos un análisis del panorama general: una serie de artículos que reflexionan sobre hasta qué punto todo cambió y no cambió como resultado del 11 de septiembre. Comenzó hace meses, y basándose en años de estudios de los autores, la ocasión es aún más destacada dada una extraña sincronicidad. Específicamente, acabamos de presenciar la caída del régimen títere de Estados Unidos en Kabul. Y a raíz de este espectáculo, la administración Biden anunció planes para desclasificar la información relacionada con la investigación del FBI sobre el papel de Arabia Saudita en los ataques.
Estos hechos ponen de relieve el hecho de que a pesar de todas las investigaciones e investigaciones en torno a los hechos del 11 de septiembre de 2001, muchas cosas quedan ocultas. Como tal, esta serie presenta una exploración más profunda de los trágicos eventos y las catastróficas consecuencias del 11 de septiembre. En esta primera entrega, examinamos cómo Estados Unidos durante décadas ha utilizado a los terroristas islámicos como activos para sus propios fines. En la Parte 2, analizamos cómo las cifras de la CIA impidieron activamente que otras agencias gubernamentales expongan la presencia de Al Qaeda en los EE. UU. Antes de los ataques. En el tercer y último artículo, exploramos las profundas implicaciones políticas e históricas de los poderes de “emergencia” del gobierno de Estados Unidos para ofrecer algunas conclusiones sobre el 11 de septiembre.]
A nivel nacional, los ataques provocaron cambios sustanciales en el gobierno federal, siendo el más obvio la creación de un nuevo departamento a nivel de gabinete con el grave cargo de asegurar «la patria».
Quizás de mayor importancia fueron las formas en que el 11 de septiembre aceleró aún más la abrogación de los derechos civiles y el estado de derecho en los EE. UU.
A partir de la Guerra Fría y previamente justificada por la “conspiración comunista global”, las organizaciones de seguridad del gobierno federal tuvieron una larga y prolífica historia de operaciones y episodios que parecen francamente ilegales. En suelo estadounidense, estos incluyen el macartismo, COINTELPRO, campañas de propaganda y la vigilancia e infiltración de grupos que participan en actividades políticas protegidas constitucionalmente.
Internacionalmente, Estados Unidos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha violado repetidamente la Carta de la ONU que proscribe incluso la amenaza de agresión contra otras naciones. Habiendo sido ratificado por el Congreso, la cláusula de supremacía de la Constitución de los Estados Unidos establece que el tratado es «la ley más alta del país».
Por lo tanto, el gobierno de Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial ha violado no solo el derecho internacional, sino también su propia Constitución como algo habitual en la ejecución diaria de su política exterior.
Sobre la base de esta anarquía nacional e internacional, uno de nuestros coautores, Aaron Good, ha argumentado que el mantenimiento de la hegemonía estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial ha implicado el excepcionalismo: la institucionalización de un «estado de excepción» mediante el cual el El estado ejerce la prerrogativa de invalidar las restricciones legales sobre la base de esta o aquella emergencia. [1]
Después del 11 de septiembre, estas tendencias empeoraron drásticamente.
Introducida después del 11 de septiembre y aprobada por el Congreso a raíz de los ataques de ántrax aún sin resolver, [2] United and Strengthening America mediante la provisión de herramientas apropiadas requeridas para interceptar y obstruir el terrorismo (USA PATRIOT Act) inició un período en el que Las libertades civiles estadounidenses se erosionaron drásticamente.
La NSA lanzó una campaña masiva de vigilancia sin orden judicial. Los ciudadanos extranjeros considerados «combatientes enemigos ilegales» fueron detenidos indefinidamente. Las fuerzas policiales estatales y locales se militarizaron en una medida sin precedentes históricamente.
En 2012, Estados Unidos asesinó a Anwar al-Awlaki. Dos semanas después, su hijo de 16 años murió en un ataque estadounidense.
En 2017, la hija de ocho años de al-Awlaki murió en una redada estadounidense. Los tres eran ciudadanos estadounidenses.
La Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2012 (NDAA) otorgó al gobierno el poder de detener a ciudadanos estadounidenses por tiempo indefinido. A raíz de la controvertida NDAA de 2012, el senador Rand Paul (R-KY) preguntó si “el presidente tiene el poder de autorizar la fuerza letal, como un ataque con drones, contra un ciudadano estadounidense en suelo estadounidense y sin juicio. «
Después de responder afirmando que eso no ha sucedido y que no está previsto que suceda, el fiscal general de los Estados Unidos, Eric Holder, agregó que un presidente de los Estados Unidos podría «autorizar al ejército a usar fuerza letal dentro del territorio de los Estados Unidos». [3]
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Eric Holder [Fuente: pbs.org ] -
Senador Rand Paul [Fuente: wikipedia.org ]
Las guerras del 11-S
Fuera de Estados Unidos, las consecuencias de los ataques terroristas de 2001 fueron aún más dramáticas.
En particular, Estados Unidos lanzó las dos «guerras del 11-S». Las invasiones y ocupaciones de Afganistán e Irak han matado a más de un millón de personas, han desplazado a decenas de millones y han costado billones de dólares, todo sin una mejora apreciable para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Además, ambas guerras se iniciaron por motivos muy dudosos.
Ninguno de los 19 presuntos secuestradores del 11 de septiembre eran ciudadanos afganos; la mayoría de ellos eran de Arabia Saudita.
La invasión de Afganistán se inició tras la invocación por la OTAN del artículo 5 del Tratado de Washington, pero finalmente se supo que el informe presentado a la OTAN por el embajador de los Estados Unidos, Frank Taylor, no contenía evidencia forense real para respaldar la afirmación de que los ataques terroristas habían sido orquestados en Afganistán. [4]
A mediados de octubre de 2001, el presidente Bush rechazó una oferta de los talibanes de entregar a Osama bin Laden a la moderada Organización de la Conferencia Islámica con sede en Arabia Saudita para que fuera juzgado por los ataques. [5]
Los engaños que llevaron a la guerra de Irak son tan infames que no es necesario repetirlos aquí en detalle. La administración Bush se basó en información tendenciosa, errónea e incluso fabricada [6] para argumentar que el gobierno iraquí tenía armas de destrucción masiva y vínculos con al-Qaeda.
Como se mencionó al principio, a menudo se ha afirmado que el 11 de septiembre «cambió todo». Con el tiempo, incluso los comentaristas de la corriente principal tuvieron que reconocer que Estados Unidos reaccionó exageradamente a los ataques de manera dañina.
En este contexto, debe notarse que las dos guerras del 11 de septiembre se planificaron durante mucho tiempo dentro del estado profundo, o si se prefiere, dentro del establecimiento de la política exterior de Estados Unidos o del bloque de la política exterior .
A partir de 1997, la CIA y el Pentágono trabajaron con los servicios de seguridad de Uzbekistán para prepararse para las operaciones contra al-Qaeda en Afganistán. [7] Acercándonos a septiembre de 2001, ese año había sido testigo de una serie de negociaciones entre los talibanes y una coalición liderada por Estados Unidos con respecto a la creación de un nuevo gobierno de unidad en Afganistán.
Según el asistente Niaz Naik, exministro de Relaciones Exteriores de Pakistán, «si los talibanes hubieran aceptado esta coalición, habrían recibido ayuda económica internacional de inmediato … Y habrían llegado los oleoductos de Kazajstán y Uzbekistán».
Naik también afirmó que Tom Simons, un representante de Estados Unidos en las conversaciones, les dijo que “’o los talibanes se comportan como deben, o Pakistán los convence de hacerlo, o usaremos otra opción’. Las palabras que utilizó Simons fueron ‘una operación militar’ ”. [8]
Al parecer, esto sucedería después de que se rompieran las negociaciones. El 4 de septiembre de 2001, el gabinete de Bush autorizó la redacción de una nueva Directiva Presidencial de Seguridad Nacional (NSPD). Este documento, NSDP-9, pedía una importante iniciativa de acción encubierta que incluía tropas terrestres estadounidenses y fuerzas de la Alianza del Norte en Afganistán.
Ahmed Shah Massoud, el líder de la Alianza del Norte, se enfrentó a las tropas terrestres estadounidenses en Afganistán pero, el 9 de septiembre de 2001, fue convenientemente asesinado, probablemente con la complicidad estadounidense en algún nivel. [9]
Al día siguiente, el 10 de septiembre, se celebró una segunda reunión relacionada con el NSDP-9, que se centró en varios detalles de los planes militares y políticos de Estados Unidos para Afganistán. [10]
La campaña de larga duración para el cambio de régimen en Irak fue aún más visible. En 1998, el presidente Bill Clinton firmó la Ley de Liberación de Irak, afirmando que «debería ser la política de los Estados Unidos apoyar los esfuerzos para sacar al régimen encabezado por Saddam Hussein del poder en Irak». [11]
Aunque Clinton aparentemente cedió a la presión neoconservadora al firmar la Ley de Liberación de Irak, esas fuerzas estaban en el asiento del conductor de la administración entrante de George W. Bush. Según el secretario del Tesoro de Bush, Paul O’Neill, Bush estaba decidido a invadir Irak desde los primeros días de su presidencia. O’Neill dijo: “Se trataba de encontrar una manera de hacerlo. Ese era el tono de la misma. El presidente dice: ‘Ve a buscarme una manera de hacer esto’ ”. [12]
Afganistán, Irak y la Gran Estrategia de EE. UU.
En verdad, las guerras del 11 de septiembre fueron prescritas por el consenso de la gran estrategia hegemónica de Estados Unidos que estaba surgiendo a lo largo de la década de 1990. Los corazones energéticos de Asia occidental y central estaban muy en la mente de figuras clave que iban desde realistas del establishment como Zbigniew Brzezinski hasta los imperialistas neoconservadores más famosos representados por el notorio Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC).
En 1997, Brzezinski escribió The Grand Chessboard en el que afirmó que para los Estados Unidos, «el principal premio geopolítico es Eurasia». Dado que los Estados Unidos no euroasiáticos eran preeminentes en la región, argumentó que «la primacía global [estadounidense] depende directamente de cuánto tiempo y con qué eficacia se mantenga su preponderancia en el continente euroasiático». [13] Su libro incluso incluía un mapa útil del gasoducto propuesto por Unocal a través de Afganistán. [14]
Mientras tanto, Irak se menciona 25 veces en Rebuilding America’s Defenses , el manifiesto imperial publicado por el neoconservador Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense. [15]
También es importante señalar que en los años anteriores a 9/11, estos realistas de establecimiento y los neoconservadores se lamentaban el hecho de que sería difícil movilizar a la opinión pública para el militarismo que sería necesaria para mantener la supremacía estadounidense hasta bien entrado el 21 st siglo .
Brzezinski escribió que era probable que Estados Unidos «encontrara más difícil lograr un consenso sobre cuestiones de política exterior, excepto en las circunstancias de una amenaza externa directa verdaderamente masiva y ampliamente percibida». [16] También escribió que «El público apoyó el compromiso de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial en gran parte debido al efecto de choque del ataque japonés a Pearl Harbor». [17]
Esto es congruente con el pasaje infame y frecuentemente citado en Rebuilding America’s Defenses del PNAC, que declaraba: “[E] l proceso de transformación, incluso si trae un cambio revolucionario, es probable que sea largo, sin algún evento catastrófico y catalizador— como un nuevo Pearl Harbor «. [18]
Terror islamista y geopolítica anglo-estadounidense
El fenómeno moderno del terror islamista se deriva en gran parte del imperialismo occidental, y lo que es más importante, de las intervenciones británicas y estadounidenses. Por ejemplo, Gran Bretaña apoyó a la reaccionaria monarquía wahabista saudita y, en 1928, esencialmente creó la Hermandad Musulmana (a través de la Compañía Británica del Canal de Suez) con el propósito expreso de contrarrestar a los nacionalistas e izquierdistas egipcios. [19]
En la década de 1930, el fundador de la Hermandad Musulmana, Hassan al-Banna, creó el «Aparato Secreto» de la organización, descrito por Robert Dreyfuss como «una inteligencia clandestina y un brazo paramilitar con un ala terrorista». La Hermandad Musulmana trabajó contra los enemigos políticos del rey Farouk (títere británico) de Egipto e incluso fue una presencia importante en la coronación del rey en 1937, donde sus miembros proporcionaron «orden y seguridad». [20]
Después de la Segunda Guerra Mundial, los estadistas más destacados de Oriente Medio eran nacionalistas de inclinación secular: Nasser y Mossadegh. Por lo tanto, no fue una coincidencia que Egipto e Irán experimentaran la violencia paramilitar de los grupos terroristas islamistas respaldados por Occidente.
En Egipto, la Hermandad Musulmana intentó al menos dos veces asesinar a Nasser. El principal líder internacional de la Hermandad en la década de 1950 fue Said Ramadan, un hombre que visitó a Eisenhower en la Casa Blanca.
Ramadán probablemente fue reclutado por la CIA antes, o poco después, de esa visita. [21] Un escritor de la New York Review of Books declaró rotundamente: «A finales de la década, la CIA apoyaba abiertamente el Ramadán». [22]
En Irán, la CIA financió a los militantes Guerreros del Islam, un grupo descrito como una «banda terrorista» en la historia oficial de la CIA. En 1953, varios matones callejeros organizados por la CIA crearon el caos en Teherán, incluso haciéndose pasar por comunistas mientras atacaban a los mulás y volaban una mezquita. [23]
Liderado por Estados Unidos y ayudado por varios islamistas en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Occidente logró en gran medida socavar a los gobiernos nacionalistas en el Medio Oriente, sobre todo Irán y Egipto.
Islam fundamentalista, petrodólares y la evolución del Estado profundo
A lo largo de la década de 1970, Estados Unidos profundizó su relación con el Islam fundamentalista. En 1972, la Fundación Asia fundada por la CIA comenzó a financiar a islamistas afganos en la Universidad de Kabul, incluido un joven Gulbuddin Hekmatyar. [24]
Curiosamente, 1972 fue también el año en que se fundó el Centro de Estudios de Afganistán en la Universidad de Nebraska Omaha (UNO). Su sitio web presume de que la “asociación inicial del Centro con la Universidad de Kabul le daría a la UNO la experiencia necesaria para establecer muchas otras colaboraciones en todo el mundo. En el momento [de su fundación], Afganistán era un país pacífico. . . . [E] aquí no había guerra y el futuro parecía brillante. Nadie podía prever los acontecimientos históricos que compartirían los afganos y nebrascanos. “ [25]
El Centro ayudó a dar forma a ese futuro, en parte mediante la creación de libros de texto para niños afganos. A partir de mediados de la década de 1980, la USAID, que fue recortada por la CIA, pagó al Centro $ 51 millones para producir los libros en idiomas afganos. Como lo describió el historiador Peter Kuznick,
Página tras página estaba llena de enseñanzas islámicas militantes e imágenes violentas. Los niños aprendieron a contar usando imágenes de misiles, tanques, minas terrestres, Kalashnikovs y soldados soviéticos muertos. [Un pasaje] muestra a un soldado adornado con una bandolera y un Kalashnikov. Sobre él hay un verso del Corán. A continuación se muestra una declaración sobre los muyahidines, quienes, en obediencia a Allah, sacrifican voluntariamente sus vidas y fortunas para imponer la ley Sharia al gobierno. Los estudiantes aprendieron a leer estudiando historias sobre la yihad. Cuando los talibanes tomaron Kabul en 1996, continuaron usando los mismos textos yihadistas violentos, simplemente eliminando las imágenes humanas, que consideraron blasfemas. [26]
Pero volvamos a los oscuros comienzos de la década de 1970. En 1973, Sardar Daoud derrocó a la monarquía afgana. Poco después, Estados Unidos comenzó a financiar a figuras de la oposición en el país, incluido el radical Partido Islámico. A partir de septiembre, la CIA, los aliados regionales (Irán y Pakistán) y los grupos islamistas afganos protagonizaron una serie de redadas y golpes fallidos contra Daoud. Posteriormente, el Departamento de Estado de Estados Unidos identificó a los miembros de la Hermandad Musulmana como líderes de una rebelión fallida en Afganistán contra Daoud. Gulbuddin Hekmatyar, uno de los miembros de la Hermandad, huyó a Pakistán donde fue recibido por el ISI (inteligencia paquistaní). En 1978 y 1979, los memorandos del Departamento de Estado de EE. UU. Reconocieron que los Hermanos Musulmanes eran beneficiarios de las empresas anticomunistas de EE. UU. En Afganistán. [27]
Alrededor de este tiempo, Zbigniew Brzezinski comenzó a presionar su estrategia de «arco de crisis», afirmando que Estados Unidos podría dominar el Medio Oriente utilizando el islamismo político contra los movimientos de izquierda y nacionalistas. [28]
Esto llevó a la fatídica decisión del presidente Carter el 3 de julio de 1979 de autorizar la financiación directa de la CIA a los muyahidines afganos. Como resultado, los soviéticos invadieron Afganistán en diciembre. [29]
Mientras tanto, los acontecimientos económicos y políticos estaban provocando cambios importantes en el sistema monetario internacional y el estado profundo estadounidense.
Cuando el gasto de la guerra de Vietnam llevó al fin del dólar respaldado por oro de Bretton Woods, Estados Unidos fue rescatado de una difícil situación financiera en gran parte por los «shocks del petróleo», un aumento vertiginoso de los precios del petróleo. Los choques petroleros fueron con toda probabilidad orquestados por EE. UU.
Como resume Yanis Varoufakis:
[La noción] de que los países de la OPEP empujaron el precio en dólares del petróleo por las nubes en contra de la voluntad de los Estados Unidos … va en contra de la lógica y la evidencia. [¿De qué otra manera explicar que los] aliados más cercanos de Estados Unidos, el Sha de Irán, el presidente Suharto de Indonesia y el gobierno venezolano, no solo respaldaron los aumentos sino que lideraron la campaña para lograrlos? [¿Cómo se explica el fracaso de Estados Unidos] en las negociaciones de Teherán entre las compañías petroleras y la OPEP justo antes de que se llegara a un acuerdo que habría deprimido los precios? … De hecho, los saudíes han afirmado constantemente que Henry Kissinger, más interesado en gestionar el flujo de petrodólares a Estados Unidos que en evitar el aumento de los precios de la energía, los alentaba en todo momento a hacer subir el precio del petróleo en un factor de entre dos y cuatro. Siempre que las ventas de petróleo estén denominadas en dólares, EE. UU.[30]
Con la consiguiente acumulación masiva de petrodólares por parte de Arabia Saudita e Irán, Oriente Medio se convirtió en un pilar aún más esencial de la hegemonía estadounidense. Los principales productores de petróleo como los saudíes e Irán utilizaron estos dólares para comprar bonos del Tesoro de Estados Unidos, invertir en bancos occidentales (especialmente estadounidenses) y comprar armas de empresas estadounidenses y británicas.
Más allá de apuntalar el sistema monetario post-Bretton Woods dominado por el dólar, la riqueza de estos países, junto con sus vínculos con las élites económicas de Estados Unidos y para la seguridad nacional de Estados Unidos que puedan jugar un papel importante en la evolución de una estadounidense supranacional permitidos por el estado de profundidad estado . Los actores poderosos asociados con la CIA necesitaban asegurarse de que las investigaciones de inteligencia posteriores a Watergate en el Congreso no pudieran descarrilar las capacidades de operaciones encubiertas de Estados Unidos.
Con este fin, el magnate de armas saudí conectado con la CIA Adnan Khashoggi, junto con funcionarios de inteligencia de Francia, Arabia Saudita, Irán, Egipto, Israel y Marruecos, establecieron el Safari Club. El príncipe Turki Al Faisal, exjefe de inteligencia saudí, lo explicó así:
En 1976, después de que ocurrieran los asuntos de Watergate aquí, su comunidad de inteligencia fue literalmente atada por el Congreso. No pudo hacer nada. No podía enviar espías, no podía escribir informes y no podía pagar dinero. Para compensar eso, un grupo de países se unió con la esperanza de luchar contra el comunismo y estableció lo que se llamó el Safari Club. El Safari Club incluía a Francia, Egipto, Arabia Saudita, Marruecos e Irán … entonces, el Reino, con estos países, ayudó de alguna manera, creo, a mantener el mundo seguro cuando Estados Unidos no pudo hacer eso. Eso, creo, es un secreto que muchos de ustedes no conocen. [31]
Otro exjefe de inteligencia saudí, Kamal Adham, fue uno de los primeros en conocer el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), un banco que llegó a desempeñar un papel importante en el lado financiero del inframundo encubierto dominado por Estados Unidos.
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Adnan Khashoggi [Fuente: wikipedia.org ] -
Kamal Adham [Fuente: alchetron.com ]
Este entorno, que incluía el Safari Club, BCCI y las empresas de Adnan Khashoggi, fue descrito por nuestro coautor Peter Dale Scott como
parte de un estado profundo supranacional, cuyos vínculos orgánicos con la CIA pueden haber ayudado a consolidarlo. Sin embargo, está claro que las decisiones tomadas a este nivel por el Safari Club y el BCCI no se guiaron de ninguna manera por las determinaciones políticas de los electos al poder en Washington [y en cambio] fueron creadas expresamente para superar las restricciones establecidas por las decisiones políticas en Washington. [32]
En la segunda mitad de la década de 1970 y en la de 1980, el BCCI desempeñaría un papel clave para facilitar el financiamiento de diversas operaciones encubiertas y empresas ilícitas. Esta evolución institucional representada por BCCI y el Safari Club debe ubicarse en el contexto de las creaciones clave de la inteligencia estadounidense.
En su disertación, Aaron Good escribió:
El estado profundo embrionario [es decir, al comienzo de la Guerra Fría] tenía instituciones parapolíticas seminales que incluían bancos (por ejemplo, Castle Bank y Nugan Hand) o grupos paramilitares / de inteligencia privatizados como la Corporación de Comercio Mundial y las diversas Ligas Anticomunistas. A fines de la década de 1970 se vieron iteraciones más poderosas, sobre todo el entorno BCCI-Safari Club que reunió a republicanos de derecha, Arabia Saudita, Israel y redes de espías descarriados y descontentos. Con la victoria de Reagan, muchos de estos jugadores salieron del frío. [33]
Todo esto es para decir que si bien Vietnam, Watergate y las revelaciones de inteligencia posteriores a Watergate pueden haber aparecido como reveses para el imperialismo estadounidense y su aparato encubierto, el resultado fue todo lo contrario. Estados Unidos se volvió aún más dominante con el surgimiento del sistema dominado por el dólar y el petróleo posterior a Bretton Woods. El reino clandestino, dominado por Estados Unidos, se volvió aún más poderoso y menos responsable.
«Reaganismo» y más allá: los apoderados islamistas negables de Estados Unidos
Con el derechista Ronald Reagan en la Casa Blanca, esos elementos estatales profundos dispersos volvieron al redil. Para emplear una metáfora hiperbólica: era como si Sauron y el Anillo Único finalmente se hubieran reunido.
En 1981, después de torcer algunos brazos en el Senado, el presidente Reagan aseguró la venta de Boeing AWACS por 8.500 millones de dólares a Arabia Saudita. Varias fuentes informaron que el acuerdo incluía una promesa de los saudíes de financiar las operaciones encubiertas de Reagan de tal manera que se evite la supervisión del Congreso. [34]
Los saudíes continuarían desempeñando papeles clave en la creación y financiación de los muyahidines en Afganistán y en el escándalo Irán-Contra. Para resumir: a raíz de Watergate y los escándalos de inteligencia de la década de 1970, el resultado final fue esencialmente un sistema de estado profundo evolucionado que era aún más opaco y menos responsable ante cualquier autoridad pública legal.
Como se mencionó anteriormente, los saudíes jugarían un papel clave en la Operación Ciclón de la CIA, la financiación de militantes islamistas en Afganistán para infligir un costoso golpe contra la Unión Soviética. Repitiendo un patrón de la guerra en el sudeste asiático, los aliados de Estados Unidos en este conflicto se convirtieron en los principales traficantes de heroína del mundo, entre ellos Gulbuddin Hekmatyar, el primero y más importante. A veces llamados los «árabes afganos», los combatientes y sus redes de apoyo logístico lideradas por Arabia Saudita se convertirían en al-Qaeda en la década de 1990.
Fue en esta era posterior a la Guerra Fría cuando Estados Unidos comenzó a utilizar los activos árabes afganos / muyahidines en una serie de conflictos en regiones que anteriormente habían estado bajo la influencia soviética. Un ejemplo fue una operación de principios de la década de 1990 en Azerbaiyán.
El turbio asunto de Azerbaiyán involucró a las grandes petroleras estadounidenses, veteranos militares / de inteligencia como Richard Secord y árabes afganos islamistas, algunos de los cuales fueron reclutados por Gulbuddin Hekmatyar. El desenlace fue la instalación de un régimen en Bakú que rompió con Rusia y trajo compañías petroleras occidentales. [35]
Los militantes islamistas también se utilizaron para promover los objetivos estadounidenses en Bosnia. Algunos de estos combatientes fueron entrenados por un egipcio, Ali Mohamed, del Centro de Guerra Especial JFK en Fort Bragg. El líder terrorista egipcio Omar Abdel-Rahman (alias el «jeque ciego») desempeñó un papel principal desde su cuartel general en Brooklyn, con la ayuda de Arabia Saudita y Estados Unidos. [36]
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Ali Mohamed [Fuente: ctc.usma.edu ] -
Omar Abdel-Rahman, el jeque ciego [Fuente: washingtonpost.com ]
En el norte de África, otro adversario estadounidense notable fue un objetivo recurrente de la violencia islamista en la década de 1990. Específicamente, los activos de al-Qaeda se dirigieron contra Muammar Qaddafi de Libia. Un denunciante del MI5 británico reveló que, en 1996, los oficiales del MI6 intentaron utilizar a militantes islamistas para asesinar al jefe de estado libio. La operación fracasó, con Gadafi ileso y varios militantes muertos en el proceso. [37]
The Crucial Pre-9/11 años
Dentro del establecimiento de la política exterior de Estados Unidos, hubo desacuerdos sobre Asia Central a mediados y finales de la década de 1990. Un lado relativamente moderado estuvo representado por el subsecretario de Estado de Bill Clinton, Strobe Talbott. En un discurso de julio de 1997, Talbott advirtió explícitamente contra cualquier tipo de “Gran Juego” de Asia Central, proponiendo en cambio la promoción de acuerdos de cooperación mutuamente beneficiosos en la región. [38]
También en ese mismo año, elementos del Pentágono y de la CIA estaban utilizando a la OTAN para llevar a cabo, contra Talbott y el Departamento de Estado, una «estrategia avanzada» en Asia Central. Bajo los auspicios del Programa Asociación para la Paz de la OTAN (PFP), el ejército estadounidense nutrió “el embrión de una fuerza militar liderada por la OTAN en la región” mediante el lanzamiento de una serie de ejercicios de entrenamiento con fuerzas militares uzbecas, kazajas y kirguisas. [39]
Como escribimos en diciembre de 2020,
Estos ejercicios de CENTRAZBAT tenían en mente el posible despliegue futuro de las fuerzas de combate estadounidenses. Una subsecretaria adjunta de defensa, Catherine Kelleher, citó “la presencia de enormes recursos energéticos” como justificación para la participación militar estadounidense. [40] Uzbekistán, que Brzezinski en su libro de 1997 The Grand Chessboard destacó por su importancia geopolítica, [41] se convirtió en el eje de los ejercicios de entrenamiento estadounidenses. [42]
Si bien el ángulo energético es claramente perceptible en estas operaciones, el contraterrorismo también fue un pretexto para las actividades de inteligencia de Estados Unidos en la región. Partiendo del arreglo fundacional de 1997, la CIA había estado trabajando con el ejército estadounidense y las fuerzas militares / de inteligencia uzbecas con el objetivo ostensible de detener a Osama bin Laden en el vecino Afganistán. [43]
En retrospectiva, 1998 fue el año en que las cosas se volvieron aún más extrañas. Para poner un punto más fino en el ángulo de la energía: el director ejecutivo de Halliburton, Dick Cheney, ese año declaró que «no podía pensar en un momento en el que una región emergiera tan repentinamente para volverse tan estratégicamente significativa como el Caspio». [44]
La fijación de Estados Unidos por Asia Central trascendió el partidismo. Como declaró la Secretaria de Estado Madeleine Albright ante una audiencia en Tashkent, «si bien está geográficamente distante de los Estados Unidos, está muy conectado con nuestros intereses nacionales más vitales». Presumiblemente, Albright se estaba refiriendo indirectamente a los $ 8 mil millones que las grandes petroleras estadounidenses habían invertido en petróleo y gas de Asia Central. [45]
Sin embargo, la presencia militar y de inteligencia de EE. UU. En la región llegó a estar cada vez más basada en operaciones antiterroristas. Sin embargo, al mismo tiempo, similar a las operaciones estadounidenses en Bosnia unos años antes, los archienemigos árabes afganos / al-Qaeda ostensibles de los EE. UU. Estaban en los Balcanes actuando de maneras que promovían los objetivos geopolíticos de EE. UU.
Específicamente, las fuerzas de al-Qaeda estaban trabajando en concierto con la organización terrorista / mafia respaldada por Estados Unidos conocida como el Ejército de Liberación de Kosovo (KLA). La intervención militar estadounidense en Kosovo tuvo lugar durante la mayor parte de 1998 y el primer semestre de 1999. La Interpol informó en 1999 que una unidad de élite del ELK en Kosovo estaba dirigida por Muhammad al-Zawahiri, un alto teniente de Al Qaeda y hermano del actual Al- El jefe de Qaeda, Ayman al-Zawahiri. [46]
El asunto Zawahiri-KLA es algo que la Comisión del 11-S debería haber investigado y explicado. Además del ángulo Kosovo-al-Qaeda, una investigación honesta habría examinado las conexiones entre Estados Unidos, Azeri y al-Qaeda. Los vínculos representan un trasfondo histórico importante, dado que Bakú, Azerbaiyán, fue uno de los principales centros de al-Qaeda en la época de los ataques de agosto de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania. [47]
Mientras todo esto estaba sucediendo en los años anteriores al 11 de septiembre, Estados Unidos y sus grandes petroleras estaban tratando de llegar a un acuerdo para un oleoducto a través de Afganistán. En particular, y como detallamos en nuestro artículo anterior , el hecho de que los talibanes no llegaran a un acuerdo de gasoducto viable y aceptable para los EE. UU. Coincidió con más operaciones militares y de inteligencia de EE. UU. Orientadas hacia Afganistán.
En 1999, dos funcionarios antiterroristas de la CIA, Cofer Black y Richard Blee, negociaron un trato con Uzbekistán. [48] Este nuevo acuerdo de enlace aparentemente amplió el acuerdo de 1997 y amplió los objetivos para incluir no solo a Bin Laden, sino también al gobierno talibán. [49]
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Cofer Black [Fuente: kyivpost.com ] -
[Fuente: historycommons.org ]
Además, en 1999, Richard Blee de la CIA se reunió con el líder de la Alianza del Norte anti-talibán en Afganistán, Ahmad Shah Massoud, y acordó presionar a Washington para un mayor apoyo a Massoud. El remoto reducto montañoso de Panjshir de Massoud era vital para la planificación estadounidense, porque en ese momento era la única área importante que aún no estaba dominada por los talibanes. Pero el propio Massoud presentó problemas a muchos en Washington.
Según el periodista Ahmed Rashid, Massoud era «muy desagradable para el Departamento de Estado por su … cercanía a Irán». [50] Lo más significativo es que Massoud se enfrentó a las tropas estadounidenses sobre el terreno en Afganistán. [51] Sin embargo, en 2000, los preparativos contra Afganistán continuaron, aumentando a medida que el Comando Conjunto de Operaciones Especiales de Estados Unidos (JSOC) comenzó a trabajar directamente con el ejército de Uzbekistán. [52]
En octubre de 2000, las fuerzas de al-Qaeda bombardearon el USS Cole frente a las costas de Yemen. En respuesta, Richard Blee presionó al presidente Clinton para que autorizara la expansión de la empresa uzbeka en una fuerza de ataque conjunta que incluiría a la Alianza del Norte. Clinton se negó. Bajo la nueva administración Bush, se reanudaron las conversaciones lideradas por Estados Unidos con los talibanes. A pesar de las amenazas abiertas a los talibanes por parte de representantes estadounidenses en las conversaciones, no se llegó a ningún acuerdo político o de oleoducto.
El 4 de septiembre de 2001, el gabinete de Bush celebró una reunión sobre NSPD-9, un plan de acción militar contra Afganistán. El 9 de septiembre , el principal obstáculo para cualquier invasión estadounidense de Afganistán fue eliminado cuando el jefe de la Alianza del Norte, Ahmed Massoud, fue asesinado por terroristas suicidas de Al Qaeda.
El asesinato fue ordenado por el «jeque ciego» Abdel-Rahman, un prisionero bajo custodia estadounidense. Abdel-Rahman estaba bajo estrecha vigilancia de Estados Unidos; también lo fue su contacto con radicales musulmanes en el extranjero, un trabajador postal de Nueva York llamado Ahmed Abdel-Sattar. Por lo tanto, es casi seguro que el gobierno de Estados Unidos conocía la orden y aparentemente permitió que ocurriera el asesinato. [53]
Al día siguiente, 10 de septiembre , los funcionarios de Bush celebraron otra reunión para discutir los planes del NSPD-9 para la acción militar contra Afganistán. Al día siguiente, el mundo presenció el espectáculo de terror del 11 de septiembre de 2001.
- Aaron Good, «Excepción estadounidense: Hegemonía y la disimulación del Estado», Administración y sociedad 50, no. 1 (2018): 4–29, https://doi.org/10.1177/0095399715581042 . ↑
- A raíz del 11 de septiembre, se enviaron por correo muchas cartas que contenían ántrax armado a varios estadounidenses, incluidas figuras de los medios de comunicación y funcionarios electos. Varias personas murieron y muchas más resultaron heridas. Los ataques se vincularon erróneamente con Irak y contribuyeron a la campaña para el inicio de la Guerra de Irak. También sirvieron para acelerar la aprobación de la Ley PATRIOTA de EE. UU. Ya que dos de los objetivos eran senadores estadounidenses que estaban retrasando la aprobación del proyecto de ley. Aunque las cartas fueron redactadas engañosamente para que pareciera que fueron redactadas por terroristas islamistas, más tarde se determinó que la fuente del ántrax era el gobierno de los Estados Unidos. Estados Unidos intentó culpar por los ataques con letras de ántrax de bandera falsa a un científico estadounidense llamado Steven Hatfill. Cuando logró demostrar su inocencia, otro científico estadounidense «loco», Bruce Ivins, fue identificado como el culpable. El caso llegó a su fin cuando Ivins murió como resultado de un aparente suicidio, pero muchos observadores no creen que Ivins pudiera haber hecho lo que el gobierno lo acusaba. Ver Graeme MacQueen,El engaño del ántrax de 2001: el caso de una conspiración doméstica (Atlanta: Clarity Press Inc., 2014). ↑
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- Peter Tomsen, Las guerras de Afganistán: terrorismo mesiánico, conflictos tribales y el fracaso de las grandes potencias (Nueva York: Asuntos Públicos, 2013), 597-598, 796 n25. El periodista Pepe Escobar también confirmó esto a nuestro coautor Aaron Good en correspondencia personal. ↑
- Ricks y Glasser, «Alianza secreta operada por Estados Unidos con Uzbekistán». ↑
- Scott y Good, «¿Fue el asesinato ahora olvidado de un hombre el 9 de septiembre de 2001 una condición previa crucial para el 11 de septiembre?»
Publicado el 11 septiembre, 2021 en EE.UU, terrorismo, Uncategorized y etiquetado en #EEUU, #Terrorismo. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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