Publicado por cubanoypunto

Por Carlos Lazo, tomado de su muro de Facebook.
Yo también odié. Por eso sé que desde el odio sí sé puede regresar. Cuando se pedalea por cientos de kilómetros, entre montañas y valles, bajo el sol o la lluvia, uno tiene mucho tiempo para pensar y recordar. Corría el año 1993 y yo llevaba apenas dos años viviendo en los Estados Unidos. Por aquellos días, mi anciano padre, que residía en La Habana, obtuvo una visa norteamericana y vino a pasar unas semanas conmigo. Recuerdo que, durante su estancia, conversábamos sobre nuestro tópico favorito, Cuba. Desde mi adolescencia, mi papá y yo militábamos en bandos políticos opuestos, él era revolucionario y yo “gusano” (ese era el epíteto descalificativo de aquellos años). Aunque han pasado casi tres décadas, me viene a la memoria, como si fuera hoy, aquella tarde, en el apartamento humilde y caluroso de Hialeah. El aire acondicionado defectuoso, empotrado en la pared, goteaba agua y le agregaba “música” de fondo a nuestra charla. De pronto, ¿cómo olvidarlo?, en medio de la conversación, le dije a mi papá: “¡Sí, que los bloqueen bien! ¿No decían que no necesitaban a los americanos? ¡Ahora que se jodan!”.
Mi viejo me miro y dejo de hablar. Fue como si aquellas palabras mías, lo hubieran derrumbado, como si perdiera el balance. Miró a otro lado y contuvo el aliento. Se quedó mudo. Yo me preocupé. Miré su rostro arrugado y sombrío y sentí una mezcla de pena y lástima por haber dicho algo que lo afectara así. Después de todo, yo era su anfitrión y pipo estaba en mi casa, de visita. Pero hay palabras que, una vez dichas, no se pueden echar atrás. Y, mientras lo observaba, mi mente voló al pasado. Siempre me he preguntado cómo es que los recuerdos de toda una vida se pueden comprimir en un instante breve. Y rememoré aquel mismo rostro de mi papá, un tin menos arrugado, en la época en que él me iba a ver a la cárcel de Quivicán. El viejo, “comunista”, le llevaba una jaba llena de galleticas y otras golosinas de amor al hijo, preso por “salida ilegal”. Lee el resto de esta entrada →