Congresistas anticubanos de Miami siguen promoviendo la violencia dentro de Estados Unidos.

Por Brenda Murillo.

En estos días he estado leyendo noticias relacionadas con los violentos sucesos que sacudieron el día 6 de enero a Estados Unidos y lo que vino después, llamándome la atención las posiciones que han asumido los congresistas y senadores de origen cubano en esos sucesos y todo lo que se ha movido alrededor de ellos.

Dejaré a un lado al senador por Texas, el ultraderechista Ted Cruz, quien ha apoyado a los que cometieron los actos violentos en el Congreso, siendo uno de los instigadores de los actos terroristas cometidos el 6/1 y cuyas manos también están manchadas con la sangre de las 5 personas que fallecieron ese día. También al cobarde de Marco Rubio, quien ha recibido amenazas de los Proud Boys y ha sido incapaz de reaccionar. Pero a muchos en Estados Unidos no les llama la atención este cobarde, porque lo conocen bien desde que Trump lo humilló en varias ocasiones durante la campaña presidencial que lo llevó al gobierno, quedándosele para siempre el mote de «Little Marco», convirtiéndose después en el perrito faldero de Trump, por lo que también es culpable de las atrocidades que este cometió.

Hablaré mejor de otros seres infames, que han hecho carrera política amparados en los resortes de la mafia anticubana de Florida, y que le han sido de gran utilidad a Trump durante su mandato. Resulta ser que estos congresistas anticubanos han sumido la postura de seguir apoyando a Trump, de seguir difundiendo la mentira de que hubo fraude electoral y, por tal motivo, no han condenado los actos terroristas del 6/1, sino que votaron en contra de someter a Trump a juicio político. ¿A qué le temen estos seres inmundos? Imagino que a los grupos extremistas de derecha de Miami Dade, que los apoyaron, como mismo apoyaron ciegamente a Trump.

Mario Díaz-Balart, hermano del corrupto Lincoln, asume la posición de lacayo de Trump, recordemos todo lo que hizo mediáticamente en favor de este para que los votantes de Miami Dade lo apoyaran, aunque Donald perdió el condado frente a Biden.

Por otra parte, Carlos Giménez es considerado en Miami como un camaleón, que lo mismo apoya a demócratas que a republicanos si ello le sirve a sus intereses personales. Y María Elvia Salazar, qué decir de ella, una oportunista mediocre que ha hecho carrera periodística en Miami porque su inteligencia y capacidad evitarían hacer ese trabajo en un medio de prensa de mayor renombre. Los medios de prensa de Miami están llenos de personajes como ella.

Sus posiciones cobardes y oportunistas ante el juicio a Trump chocan con la posición asumida por otro cubanoamericano y republicano, Anthony González, de Ohio, quien sí votó, junto a otros republicanos en favor del juicio contra el presidente estadounidense. No comparto sus posiciones hacia Cuba, pero esta es una posición que hay que reconocer.

Me gustaría ver que los electores de esto seres tan repulsivos, en especial los cubanos que residen en Miami Dade, voten en contra de ellos en próximos procesos electorales del Congreso.

Pero no todo queda ahí. Resulta ser que en medio de todo el caos que se vive en Estados Unidos, donde la pandemia sigue cobrando miles de vidas, en especial en Florida, esto seres infames se aparecen copatrocinando, nada más y nada menos que un proyecto de ley donde le piden  Biden que mantenga la política agresiva contra Cuba y deje a la Isla en la lista de patrocinadores del terrorismo. Y la mediocre de Salazar se presenta muy feliz frente a las cámaras para decir que estaba muy contenta porque su primer proyecto de ley era contra Cuba. ¿Pero no hay cosas más importantes para estos seres despreciables? Es que no pueden vivir sin Cuba, es la pesadilla que no los deja dormir o es que pueden abandonar el tema porque viven de él.

En mi modesta opinión estos congresistas anticubanos tienen sus manos manchadas de sangre, han incitado al odio, a la violencia y al terror dentro de Estados Unidos, apoyados en la maquinaria propagandística de la mafia anticubana del sur floridano. Esperemos que sus días estén contados, por el bien de Estados Unidos.