Publicado por cubanoypunto

Por Alina Perera
Vale la pena recordar que ellos rondaban los 20 años de edad. Quizá solo dos tenían más de 30 —y eso también era tener la vida por delante—. Atravesaron la Isla del oeste al este, algunos a solo horas de la acción, porque ser nuevos en el escenario también formaba parte de la sorpresa.
En cuanto a armas, habían empezado desde cero, comprándolas en tiendas convencionales, simulando ser simples comerciantes; y en cuanto a prácticas, las realizaron en varios puntos de La Habana, también haciéndose pasar por hombres de negocios o aficionados a la caza.
El arresto, la discreción y la disciplina eran el sello de aquellos muchachos que decidieron disfrazarse de militares. El asalto tendría que parecer en los comienzos una sublevación de sargentos, para confundir al Gobierno durante unas tres o cuatro horas, y para que pudiera magnificarse después con el armamento tomado en la guarida y repartido entre el pueblo de Santiago.
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