Archivo de la categoría: racismo
La libertad de saber ejercer la libertad
Por Luis Toledo Sande, publicado en La Jiribilla
Estos apuntes no pretenden discutir sobre el derecho con que cada quien pueda sentirse a practicar festividades, aunque sean ajenas a nuestra cultura y a nuestras tradiciones nacionales, como Halloween. Si por las huellas de la cultura europea se celebran aquí —el 1 y el 2 de noviembre, respectivamente— el Día de Todos los Santos y el Día de Muertos, qué más da —podría pensarse— celebrar su víspera el 31 de octubre. Eso es Halloween, y así como al parecer hay quienes se sienten con derecho a celebrarla, hay también quienes se sienten con derecho a considerarla una impostación.
Sin sucumbir al deseo de adentrarse en el tema, aquí solo se roza un detalle, ¡pero qué detallito!, de la reciente celebración de Halloween en al menos un territorio cubano, anticipada seguramente para aprovechar las bondades del fin de semana. Suponer permisible todo lo que las leyes no prohíban, reduce el papel de la cultura, y sobre todo de la ética, a un plano mucho menor que el que se les debe respetar. Cuando hay contradicción entre las leyes y la moral, probablemente lo más honrado sea apreciar el peso rector de esta última, sin tomarla por ello como patente de corso para delinquir.
¿Por qué asesinaron a Malcolm X?
Por Helios F. Garcés, publicado en El Salto
La soleada mañana del 21 de febrero de 1965, la sala del célebre Audubon Ballroom, en Manhattan, Nueva York, estaba hasta arriba. El Hajj Malik el Shabazz, Malcolm X, se dirigía hacia el recinto para participar como conferenciante principal en un mitin de la Organización de la Unidad Afroamericana. Una semana antes, su domicilio había sido violentamente bombardeado mientras toda la familia, incluidas sus hijas pequeñas, dormía. Había sido un año extenuante, un periodo de tiempo en el que las continuas amenazas de muerte y los atentados contra su vida habían convencido a Malcolm X de que ya era “prácticamente un hombre muerto”. Fue quizás por todo ello que el carismático líder afroamericano había expresado en confianza a uno de sus colaboradores, Peter Bailey, que, tal y como se sentía aquel día, probablemente, no debía estar allí.
Después de pronunciar ante el público, tal y como era su costumbre, las palabras de paz “As Salamu’alaykum” y recibir la respuesta del auditorio “Wa’alaykum as Salam”, comenzó a producirse un ruidoso alboroto que distrajo la mirada de todos los presentes interrumpiendo el discurso. Dos hombres parecían pelear desde las últimas filas de la sala. Repentinamente, uno de ellos, lanzó una bomba de humo al suelo. Fue entonces, cuando un corpulento individuo se acercó al escenario y disparó de cerca a Malcolm con una recortada que llevaba en el abrigo. Aquel fue el tiro que le arrebató la vida. Tras ello, otros dos individuos dispararon repetidamente sobre su cuerpo, ya tendido en el suelo, haciendo reinar un caos absoluto en el Audubon Ballroom.
¿Quién ordenó el asesinato de Malcolm X?
Por Jeremy Kuzmarov, publicado en Cover Action Magazine.
[Esta investigación sobre el asesinato de Malcolm X es parte de una nueva serie de CAM sobre los asesinatos políticos de la década de 1960. En enero de 2019, un grupo de 60 destacados ciudadanos estadounidenses pidió al Congreso que reabriera las investigaciones del asesinato del presidente John F. Kennedy, el senador Robert F. Kennedy, Martin Luther King Jr. y Malcolm X , que apoyamos. Los hechos recientes subrayan la necesidad de la investigación; en particular, la toma casi fascista de Estados Unidos bajo Donald Trump y los disturbios en el Capitolio de enero de 2021, que muy bien pueden haber sido instigados por agentes provocadores o haber servido como ensayo general para un intento de golpe de estado en toda regla .
El poder de la derecha política hoy en Estados Unidos ha sido el resultado de factores históricos que fueron moldeados por los desarrollos políticos de la década de 1960. El asesinato de líderes liberales magnéticos en ese momento —Malcolm X, Martin Luther King Jr., Robert Kennedy y John F. Kennedy— dejó un vacío de liderazgo en el movimiento liberal que aún no se ha llenado. Los asesinatos presentaron a los aspirantes a progresistas el mensaje de que si desafiaban los imperativos del dominio de clase en los Estados Unidos y el imperio militar de los Estados Unidos, aunque solo fuera levemente, entonces serían un brindis.
Esta serie proporcionará una visión general actualizada de lo que sabemos sobre los cuatro principales asesinatos políticos de la década de 1960 y abordará sus implicaciones políticas. Esperamos contribuir a impulsar una nueva investigación oficial de estos crímenes y el descubrimiento de la verdad completa. Esto permitiría una mejor comprensión pública de las fuerzas que han corrompido y destruido la democracia estadounidense, con la esperanza de que puedan contrarrestarse eficazmente. — Editores] Lee el resto de esta entrada
El racismo estructural en Brasil
Por Emir Sader, publicado en ALAINET.
En Brasil se dice que hay un racismo estructural. El país es el modelo de país esclavista en el mundo. Durante por lo menos tres siglos, los trabajadores brasileños fueron millones de negros traídos de África para ser esclavos. Se degradaba así, a la vez, tanto al negro, cuanto al trabajo, considerado actividad menor, desarrollada por negros en calidad de esclavos.
En Senegal hay una isla donde se concentraban a los negros, clasificados entre hombres, mujeres, niños, enfermos, como si fuera una carnicería, antes de que pasaran por una puerta – la puerta del adiós -, cuando tenían su última visión de su país. Antes que ingresaran en los portones de los navíos negreros, para un viaje de mucho tiempo hacia Brasil, en el cual gran parte morirían. Lee el resto de esta entrada
La pandemia en Estados Unidos y la hambruna de la papa en Irlanda.
Por Max J. Castro, publicado en Progreso Semanal
Se han escrito millones de palabras acerca del nuevo coronavirus. Ha producido mucho buen periodismo y mucha basura, esto último principalmente por parte de Trump y su tropa de lamebotas.
Una cosa que no he visto mencionada es la similitud entre la reacción del gobierno británico a la hambruna de la papa en la Irlanda del siglo XIX y la respuesta del régimen de Trump al COVID-19. Estas cosas tienen en común el poder y la política en ambos países, ejercitados según una ideología ultracapitalista de laissez-faire.
Bajo esta ideología, el gobierno de Gran Bretaña se negó a ayudar a los irlandeses hambrientos y siguió importando una gran cantidad de alimentos de Irlanda mientras los irlandeses pasaban hambre.
La administración Trump se niega a extender cualquier ayuda además de la que ya se dio —no por razones humanitarias, sino a instancias de la Reserva Federal que temía que un colapso de la demanda condujera a una depresión que empequeñecería a la de 1929.
En ambos casos, el racismo fue una parte importante de la ecuación política. Los británicos colonizaron a los irlandeses, los oprimieron política y económicamente y los consideraron inferiores. El principal decisor británico de política acerca de la cuestión irlandesa escribió que el tizón de la papa era una bendición de Dios que reduciría la población irlandesa.
La “sorpresa” de Donald Trump.
Por Jesús Arboleya, publicado en Progreso Semanal
Cada vez que se aproxima una posible reelección de un presidente estadounidense, el mundo tiembla ante el temor de que invente una guerra con tal de unificar al país alrededor de su figura. Ha sido el recurso más común de lo que se ha dado en llamar “la sorpresa de octubre” y parece que, en el caso de Donald Trump, el escenario de esta guerra conveniente, será el propio territorio norteamericano.
La mayor parte de los especialistas han identificado dos variables que consideran decidirán el resultado de las próximas elecciones en Estados Unidos: la situación de la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias económicas, así como el estado de la tranquilidad ciudadana, afectada por las protestas contra la discriminación racial, el abuso policial contra las minorías y las confrontaciones callejeras con los grupos supremacistas blancos, partidarios del presidente.
Frente a la pandemia, la política de Donald Trump ha sido restarle importancia, a pesar de que el número de muertes supera las 180 000 personas, e insiste en presionar por la apertura económica, aún a riesgo de aumentar los contagios. El discurso oficial la trata como un momento superado, aunque los especialistas insisten en que no es así, y se alienta la esperanza de una pronta solución, gracias al descubrimiento de una vacuna que, por cierto, el gobierno asegura que estará disponible antes de las elecciones, cosa que las autoridades sanitarias y las propias farmacéuticas ponen en duda.
Para Trump los latinos son estúpidos.
El presidente, Donald Trump, calificó de “estúpidos” a los latinos y a los afroamericanos, entre otros comentarios racistas, según el libro de memorias de Michael Cohen, ex abogado personal del mandatario republicano.
En el libro “Disloyal: A Memoir” (Desleal: unas memorias), que fue obtenido por el periódico The Washington Post antes de la fecha de publicación, prevista para el próximo martes, Trump suma nuevos ataques a la comunidad latina. Lee el resto de esta entrada
Lo normal
Por Pasqualina Curcio, publicado en Alainet
Hemos sido invitados, como humanidad, a una “nueva normalidad”. La convocatoria nos las hace el Sistema de Naciones Unidas.
Lo normal es lo “ampliamente aceptado”, es lo conocido, lo habitual, lo ordinario, aunque nos guste o no, aunque lo consideremos justo o no. Ante tamaña responsabilidad la pregunta que debemos hacernos es ¿por qué es esa y no otra la normalidad que caracteriza hoy al mundo? ¿A quién beneficia esa normalidad de hoy y por lo tanto quiénes son los que deciden lo que es normal y lo que no lo es? ¿Cómo han logrado convencernos de esa normalidad? ¿Lo que se considera normal hoy es lo apropiado para los 7.500 millones de seres que habitamos este planeta? ¿Qué debe ser cambiado?
Parecen preguntas muy complejas y filosóficas, pero ya que hemos sido convocados, pues pensemos como nos gustaría el nuevo mundo, cuestionemos y reflexionemos sobre la actual “normalidad”, deshagámonos de los paradigmas que nos han impuesto, imaginemos algo diferente, adivinemos otro mundo posible.
Decía Galeano citando a Fernando Birri: “¿Para qué sirve la utopía? La utopía está en el horizonte, y si está en el horizonte yo nunca la voy a alcanzar, porque si camino 10 pasos la utopía se va a alejar 10 pasos, y si camino 20 pasos la utopía se va a colocar 20 pasos más allá, o sea que yo sé que jamás, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve entonces la utopía? Para eso, para caminar”.
Harris, Biden y nuestras tres pandemias.
Por Max J. Castro, publicado en Progreso Semanal
Estamos viviendo tres pandemias simultáneas, tiempos espantosos, pero hoy tengo una nueva esperanza y el nombre de esa esperanza es Kamala Harris.
Kamala Harris aporta muchas ventajas a Joe Biden, pero quizás igual de importante es lo que dice acerca de Joe Biden y el contraste que establece su selección entre su carácter y el del hombre que se encuentra hoy en la Casa Blanca.
Joe Biden no tiene miedo de seleccionar a una socia política que estuvo dispuesta a darle duros golpes al ex vicepresidente durante las primarias. Esto nos dice que él no está buscando a un lamebotas incompetente, sino a gente de talento, audaz y valiente, aquellos que estén dispuestos a golpear hacia arriba en lugar de patear hacia abajo.
Joe Biden no es un hombre cruel y mezquino, vengativo y empeñado en castigar a cualquiera que no esté de acuerdo con él. Estos incluyen a todos los que se resisten a sus demandas ilegítimas —desde un presidente ucraniano y todo su país, hasta un fiscal general republicano derechista de Alabama—.
Joe Biden puede tener más edad que Donald Trump, pero su selección muestra que no está atrapado en un pasado mítico en el que Estados Unidos era genial para cualquier hombre, “libre, blanco y mayor de veintiún años”. Joe Biden puede que sea un hombre blanco mayor, pero sabe que el futuro estadounidense se parece más a Kamala Harris —mujer afroamericana, hija de inmigrantes– que al país monocromático y culturalmente monolítico que Donald Trump y sus seguidores más rabiosos ven a través de la pequeña pantalla de un televisor en blanco y negro de 1950.