Publicado por cubanoypunto

Por Rodolfo Romero Reyes, publicado en Alma Mater
Desde su llegada no paraba de tomar fotos. Caminaba junto a Silvio Rodríguez y Amaury Pérez. Con su lente capturaba rostros, arte y, sobre todo, muestras de alegría. Solo para subir al escenario dejó a un lado la cámara y tomó la guitarra. Después de cantar, Vicente Feliú se confundió entre la gente y disfrutó del resto del concierto como uno más. No era su primera vez en una «expedición» de esa naturaleza.
¿Cómo surge la idea de cantar para personas que están privadas de su libertad?
La génesis está en los orígenes del Movimiento de la Nueva Trova en 1972. En aquellos tiempos celebrábamos encuentros y festivales en todas las provincias y nos presentábamos en centros de trabajo, estudiantiles, unidades militares, campamentos cañeros y a veces también en prisiones. En Angola, en 1976, más de una vez cantamos en las unidades conjuntas de cubanos y angolanos para todos los que estaban allí, incluyendo prisioneros enemigos.
A finales de los ochenta, una amiga muy querida, pianista, musicóloga y pedagoga, Eurídice Losada, trabajaba en una prisión de jóvenes y me invitó a cantar y a conversar con los muchachos, lo cual para mí fue una experiencia muy enriquecedora. Luego, en 1990 o 1991 canté en una prisión en Quito, Ecuador, junto a otros trovadores latinoamericanos.
En el viaje de regreso a Chile en 1990, después de la dictadura de Pinochet, Silvio tuvo un encuentro con los presos políticos chilenos, apareció una guitarra (no faltaba más) y cantó para ellos. A su regreso propuso a la jefatura del Ministerio del Interior hacer una gira por las prisiones cubanas, para todos los que quisieran escucharlo sin distinción de categoría. De manera que cuando nos propuso a Augusto Blanca y a mí que lo acompañáramos, nos pareció la cosa más normal del mundo, teniendo en cuenta que tanto Augusto como yo, más Lázaro García y Sareska Pantoja, también habíamos estado presos (en Bolivia en 1980). Y aunque nadie nos cantó entonces, sí supimos de la solidaridad de mucha gente. Y ese es el quid de la cuestión: la solidaridad humana.
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