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Carlos Manuel de Céspedes, a 148 años de su muerte en combate
Por Pedro Ríoseco, publicado en Granma
Fue el primero que liberó a sus esclavos, marchó al combate con el grito de ¡Viva Cuba Libre! y, tras ver menguadas sus tropas en enfrentamiento desigual con tropas españolas se irguió sobre los estribos y replicó a los derrotistas ¡Aún quedamos 12 hombres; bastan para hacer la independencia de Cuba!
Ese cubano fue el terrateniente y abogado Carlos Manuel de Céspedes, quien desde su ingenio La Demajagua inició la Guerra de los Diez Años, el primer Presidente de la República en Armas y el Padre de la Patria, que murió solo combatiendo al enemigo, por una traición y la conjura de falsos patriotas.
El 27 febrero de 1874 cae mortalmente herido a los 55 años, enfrentado solo a un destacamento español, el Mayor General del Ejército Libertador y líder de la gesta del 68. El mismo que, el 12 de abril de 1869 asumió la Presidencia de la República en Armas hasta ser depuesto el 27 de octubre de 1873 y confinado sin escolta a la recóndita finca San Lorenzo, en la Sierra Maestra.
El 10 de octubre y el grito de la independencia de Cuba en la vida de Céspedes
Por Wilkie Delgado Correa, publicado en Rebelión
El 10 de octubre “es para nosotros la más grande conmemoración que ha tenido lugar en la historia de nuestro país”.
Fidel
El 10 de octubre de 1868 Carlos Manuel de Céspedes, al frente de un puñado de sus seguidores entre combatientes y esclavos, reunidos en su ingenio La Demajagua para iniciar el alzamiento armado, proclamó la independencia de Cuba. Aquel acto iniciático de lucha dio lugar posteriormente a la fundación de la República de Cuba en Armas y al desarrollo de una guerra que duró 10 años de combate sostenido contra España, de los cuales, los 5 primeros, fueron encabezados por Céspedes como líder revolucionario máximo y primer presidente de la República.
Cuba: acción, reflexión, autocrítica
Por Ángel Guerra Cabrera, publicado en La Jornada
pacíficas. En verdad, lo que ocurrió ese día fue la fulminante derrota por el pueblo cubano de un plan contrarrevolucionario que a Estados Unidos (EU) le tomó años de preparación.
Sí, hubo protestas pacíficas con demandas legítimas, compatibles con las amplias libertades que garantiza el Estado socialista de derecho. Sin embargo, a la velocidad del rayo la contrarrevolución apátrida, que llevaba meses usando sofisticados mecanismos de envenenamiento(https://bit.ly/3mocMZq) en las llamadas redes sociales para convocar a protestas en la vía pública, lanzó sus mercenarios, aceitados con una millonada de dólares yanquis, al ejercicio ciego y brutal de golpizas contra policías y civiles desarmados mientras grupos de delincuentes se entregaban al saqueo y vandalización de bienes públicos y privados. De no haber sido por la movilización revolucionaria a las calles a que llamó el presidente Miguel Díaz-Canel se habría entronizado el caos y una espiral de sangre. Pero los revolucionarios, civiles o miembros desarmados, insisto, de la fuerza pública, disolvieron el conato enemigo y la ofensiva popular entró en un ascenso, que atraviesa horizontal y transversalmente cada vez más sectores y territorios del país.
José Martí vino a luchar… y se hizo estrella
Por Yuris Nórido, publicado en CubaSí
En un lugar de privilegio de La Habana, frente al Museo de la Revolución (antiguo Palacio presidencial) está emplazada la escultura ecuestre de José Martí. Es una copia exacta y única de la que está erigida en el Parque Central de Nueva York, obra de la escultora estadounidense Anna Vaughn. «Martí aparece en el acto de morir, es extraño un monumento en el cual el héroe no aparece en esa posición triunfadora, sino sublimado por la idea de que va a entregar su vida por una causa justa y excepcional», afirmó el historiador de La Habana Eusebio Leal en la inauguración oficial (28 de enero de 2018) del impresionante monumento. Es cierto: en Dos Ríos, José Martí murió para vivir siempre. Es el principal referente de las luchas de este pueblo por su definitiva independencia.
Foto: Yuris Nórido-
Se habla mucho de los últimos días de José Martí.
Cuba: El mismo Partido, la misma Revolución
Editorial de CubaSí
El recién electo Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, no es un improvisado. Es un revolucionario que ha desempeñado con rigor y alto sentido de la ética importantes responsabilidades en el Partido, el Estado y el gobierno. Es ejemplo de la aplicación de una efectiva política de cuadros, que debería ser referencia en todos los niveles. Es un servidor público.
Lo que para los eternos adversarios de la Revolución Cubana es su principal defecto, resulta en realidad un valor: Miguel Díaz-Canel Bermúdez es «el continuador». A los que apostaban por una ruptura, por el desconocimiento «pragmático» de los principios fundacionales del PCC, el VIII Congreso les ha respondido con la preservación de una matriz ideológica, en permanente diálogo con las peculiaridades de la época, del contexto. Esa es la esencia de un concepto que se ha repetido mucho: «continuidad».
8vo. Congreso del PCC: tercera jornada de debates
Tomado de Cubahora
Desde el 16 de abril y hasta el próximo día 19, se celebra en el Palacio de las Convenciones de La Habana el Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). En la jornada de ayer, continuó el debate en las tres comisiones de trabajo.
En la Comisión No.1, encargada de examinar asuntos económicos, y sociales ocupó la primera parte del debate a la propuesta de actualización de la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista.
Mientras tanto, en la Comisión No.2 sobre el funcionamiento del Partido y el trabajo ideológico, el debate abordó temáticas como la enseñanza de la Historia, la comunicación social, el fortalecimiento del proceso docente educativo, la relación de las universidades con las comunidades y la emancipación femenina.
Así mismo, en la Comisión No.3 sobre la Política de Cuadros, se presentó el proyecto de Estrategia de implementación de la Política de Cuadros para el periodo 2021-2026. El documento plantea siete objetivos estratégicos orientados a fortalecer el papel rector del Partido en la implementación de la Política de Cuadros e introduce elementos novedosos como la creación de un programa de investigación sobre la actividad de dirección y un sistema único para la preparación y superación de los cuadros.
¿Un Partido único ha limitado la democracia en Cuba?
Por José Llamos Camejo, publicado en Granma
La condición de partido único no limita el ejercicio de auténtica democracia; al contrario, la hace participativa, fuerte, fecunda; le concede ética y transparencia, y estimula, en la organización política, una pluralidad que trasciende
«Acabo de prometer lo ideal para el cierre de la campaña», presumió para sí el candidato. Su inaudita promesa había dejado boquiabierta a la multitud que él, desde la tribuna, miraba con altivez: «¡Vaya elocuencia la mía frente a esta masa de tontos! Están hechizados».
Le había «arrancado el pellejo» a sus rivales de otros partidos, y ahora conminaba al público «a votar por un presidente honesto», al que le dolieran los males del pueblo. «Por eso yo estoy aquí», remató, «porque es inconcebible que no exista un puente en este lugar; pero mi gobierno lo construirá».
–¿Puente para qué, señor? –interrumpió alguien–, aquí no tenemos río.
Cuba: El Congreso de la continuidad
Por Brenda Murillo.
El próximo fin de semana Cuba estará de fiesta, del 16 al 19 de abril se desarrollará en nuestro país el Congreso de la continuidad histórica de la Revolución cubana. Sí, digo de la continuidad histórica porque este marcará un nuevo punto de arranque, es la entrega del batón en una carrera de relevo llamada proceso revolucionario cubano, que se inició el 10 de octubre de 1868, se continuó el 24 de febrero de 1895 y se alcanzó el punto más alto el 1 de enero de 1959, con el Triunfo de la Revolución.
Cada Congreso ha estado signado por el contexto histórico en que tuvo lugar y este no será la excepción. Pero lo más relevante es que la generación histórica le entregará a una generación nueva la dirección del proceso revolucionario, con el compromiso de mantener la unidad, arma indispensable para mantener viva la Revolución, puesto que sin unidad no pudiéramos hacerle frente al imperio más poderoso que ha conocido la Historia.