
Por Brenda Murillo.
El 20 de enero el periódico británico The Guardian publicaba un interesante artículo donde se reconocía por «periodistas independientes» y un ex oficial de la CIA que el gobierno de Estados Unidos financiaba a la «prensa independiente» para publicar propaganda contra el gobierno cubano, entre otras perlas más.
En medio de varias diatribas se reconoce que desde el año 2018 el «periodismo independiente» ha florecido » generalmente respaldado por financiamiento extranjero». Financiamiento extranjero procedente de la USAID, el Fondo Nacional para la Democracia (NED) y la Open Society, de George Soros. Muy independientes, verdad.
Es falso decir que los lectores cubanos han elegido a «El Toque», uno de los medios que más dinero recibe de la NED, para informarse. De dónde sale ese dato? De lo que dice «El Toque» o quienes lo financian? Decir que «El Toque» publica «informes reales» es una burla al intelecto y a la inteligencia de los lectores de «The Guardian».
Uno de los «periodistas independientes» dijo que “El Toque no responde a las órdenes del gobierno de Estados Unidos”. En serio? Les creemos? Yo he leído estos medios y todos siguen una misma línea editorial, reproducen los mismos mensajes y son incapaces de tocar, ni con el pétalo de una rosa, la agresividad estadounidense contra Cuba. Saben dónde dice peligro.
Como elemento de interés, el redactor de la nota periodística, dice una gran verdad al reconocer que durante las protestas violentas del 11 de julio del 2021 «bots dirigidos y financiados externamente hicieron que los hashtags antigubernamentales fueran tendencia en Twitter.» Entonces, fueron actos espontáneos y legítimos o una acción organizada desde el exterior? Tampoco olvidar el papel de la «prensa independiente» en estas protestas.
Lo mejor del artículo son las declaraciones de Fulton Armstrong, el analista más importante de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos para América Latina entre 2000 y 2004. En estas reconoce que “Muchos de los llamados periodistas independientes son financiados indirectamente por Estados Unidos”. Reconociendo además que la administración Biden gasta 20 millones de dólares al año en programas de «promoción de democracia». En buen cubano, programas subversivos encaminados a lograr el derrocamiento de la Revolución cubana. Armstrong agrega que “Los programas estadounidenses están diseñados con una estrategia de ganar-ganar. Ganamos si los medios de oposición se afianzan, y ganamos si provocan la represión del gobierno. Eso empuja al gobierno a un dilema: dejar que la organización y la financiación avancen o arriesgar la imagen y la credibilidad al aplastarlas”.
Queda claro entonces que hay una estrecha vinculación entre gobierno de Estados Unidos y «periodismo independiente» en Cuba. El segundo no puede vivir sin el dinero del primero, y el que paga manda.
Ser «periodista independiente» en Cuba es un negocio para muchos que se han vinculado a este programa subversivo. Te permite vivir bien, con un buen salario en dólares, asistes a actividades en la Embajada norteamericana, te pagan viajes al exterior y puedes hasta optar por una beca en alguna prestigiosa universidad. Vaya, en ocasiones los ahorritos de esas becas te permiten abrir un «medio independiente» en Cuba, como ocurrió con «Periodismo de barrio». Y el premio mayor es emigrar con la familia luego de hacerse de un currículo de «perseguido político», aunque regreses a Cuba cada vez que desees. Eso no es estar exiliado, creo yo.
The Guardian debería ser más serio en sus publicaciones sobre el «periodismo independiente» en Cuba. Estaría dispuesto a hacerlo?
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