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El Salvador: Contra el clamor popular

¿Qué será de América Latina tras la pandemia?
Por Maristella Svampa, publicado en Rebelión
El año 2020 no será para el olvido. Disruptivo y devastador como pocos, deja enormes heridas sin restañar en nuestros cuerpos, en nuestras subjetividades y memorias. Y aunque algunos esperan un 2021 más tranquilizador, nadie puede en rigor asegurar que lo que se abrió en este inicio de década con la pandemia de covid-19 vaya a cerrarse con una o más vacunas milagrosas.
La dinámica desencadenada nos advierte sobre los contornos de una configuración civilizatoria cuyas características globales, regionales y nacionales todavía no están del todo definidas, pero cuyos ejes y puntos de referencia pueden vislumbrarse. Sobre algunos de ellos me gustaría reflexionar en este artículo, dividido en nueve «tesis».
Colombia: La farsa de la “gran transformación social”
Por Consuelo Ahumada, publicado en Las 2 Orillas
El panorama del país es desolador. Altísimos niveles de desempleo, en especial de mujeres y jóvenes. Caída de ingresos y del consumo de alimentos. Quiebra de la producción campesina y de las empresas pequeñas y medianas. Incremento del desplazamiento forzado, masacres y asesinatos. Enfrentamiento militar en la frontera. Pandemia descontrolada y vacunación a cuenta gotas.
Hay mucho descontento pero Duque no resuelve nada. Se concentra en afianzar el carácter fascista de su gobierno, y en tratar de que el uribismo preserve el poder en el 2022. Este es el marco de la llamada “ley de solidaridad sostenible”, presentada pomposamente como la “gran transformación social” para enfrentar la crisis que trajo la pandemia.
La derecha juega con fuego
Por Rodrigo Rangles Lara, publicado en Ruta Krítica, Ecuador
Víctima de un irreparable desprestigio, producto de su complicidad con el peor gobierno de la historia, la derecha teme que el pueblo le castigará, nuevamente, en las urnas y, ahora, toca desesperada la puerta de los cuarteles sin descuidar la campaña sucia.
Imposible eludir el desprecio de la población si le golpearon incesantemente desde el mismo día que El Traidor inventó el diálogo con la partidocracia neoliberal y se repartieron la patria, en inmoral festín de corruptelas, destrozando el bienestar popular generado en la Década Ganada.
Pandemia Vs. Pobreza
Por Manuel Díaz Aponte, publicado Alainet
Nadie ignora que la pandemia que azota la humanidad desde hace un año tiene un impacto demoledor en la economía mundial, con mayor rudeza en las naciones subdesarrolladas, como República Dominicana. Aquí, según datos de la CEPAL, la pobreza creció un 21. 7%.
El organismo regional estima que el total de personas pobres en América Latina y El Caribe ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior.
Ante ese panorama incierto de la realidad económica y social latinoamericana, insta a crear un nuevo Estado de bienestar.
El éxodo de la desesperanza
Por Giorgio Trucchi, publicado en Rebelión
Son varios miles los hondureños y hondureñas −muchas las familias con menores de edad− que han vuelto a juntarse en la terminal metropolitana de San Pedro Sula y han emprendido un largo y peligroso viaje hacia Estados Unidos, huyendo de la miseria, la violencia y la falta de futuro.
Luego de romper el cerco policial en el puesto fronterizo El Florido, la caravana logró entrar a territorio guatemalteco avanzando hasta la localidad de Vado Hondo, Chiquimula, donde fue brutalmente reprimida por un fuerte contingente militar.
Hay varios heridos y unas 1.300 personas fueron capturadas y regresadas a Honduras o están todavía en manos de las autoridades migratorias.
200.000 muertes, desempleo y miseria: Bolsonaro quiebra el país
Editorial publicado en Esquerda online
Repercutieron ampliamente las palabras del presidente Jair Bolsonaro a un simpatizante, diciendo que «el país está quebrado» y que no puede hacer nada. Pero las cuentas públicas no muestran eso, incluso con una crisis económica mundial que se arrastra desde hace varios años y la retracción de la actividad durante la pandemia. Brasil no está «quebrado»: tiene R$ 1,24 billón en el Tesoro Nacional, reservas internacionales y un superávit de más de 50 mil millones de dólares en la balanza comercial. En otras palabras, incluso bajo el despiadado criterio del «mercado», el país tiene recursos.
Lo que se está quebrando es la vida de los brasileños. Brasil ha superado la trágica marca de 200 mil muertos por la covid-19 el 7 de enero. El número de casos aumenta en casi todo el país y hay más de 1.200 muertes por día. No obstante, Bolsonaro insiste en hacer campaña contra la vacuna y no presenta un plan de vacunación eficaz, mientras que más de 50 países ya han empezado a inmunizar a la población.
La deuda social histórica se profundizó durante la pandemia. El número de personas que viven en la miseria y la pobreza ha aumentado, un drama que se ampliará con el fin de la ayuda de emergencia, llegando a 48 millones de personas. El gobierno incluso ha sido capaz de restringir el acceso al BPC (Beneficio de Prestación Continuada). El desempleo ha aumentado hasta el 14,6% de la población y el 30% de la fuerza de trabajo está subutilizada, es decir, trabaja menos horas de las que desearía. Sin embargo, el 66,3% de las familias estaban endeudadas en diciembre. La vida es más difícil, especialmente para negros y negras, las mujeres, los LGBTQI+ y los trabajadores del Norte y el Noreste.
2020, el año que vivimos peligrosamente
Por Katu Arkonada, publicado en TeleSur
Pocas cosas positivas podemos escribir a modo de balance de este 2020. Quizás la principal sea que la grave crisis de salud asociada a la pandemia ha dejado en nuestras sociedades una reivindicación de la necesidad de la vuelta del Estado después del desmantelamiento neoliberal de lo público.
La pandemia que ha asolado al mundo podemos calificarla, tomando la caracterización de los sociólogos Marcel Mauss y Norbert Elías, de hecho social total, la superposición de la estructura social y la estructura emotiva, en un hecho que pone en juego la totalidad de la sociedad y sus instituciones, y modifica tanto lo micro como lo macro de un mundo globalizado que ya estaba en crisis antes de este 2020.
Pero de todo lo negativo, y más allá de lo evidente, la crisis de salud que ha dejado ya más de un millón y medio de muertos en todo el mundo, es necesario subrayar el aumento de la desigualdad que nos deja la pandemia. Según Naciones Unidas[1], 142 millones de personas en América Latina, una cuarta parte de la población de la región, se encuentra en riesgo de contraer Covid-19 debido a la falta de acceso al agua potable, el uso de combustibles nocivos dentro de los hogares, y la desnutrición. Al mismo tiempo un informe de Oxfam[2] señala que la fortuna de las 73 personas que en América Latina tienen más de 1000 millones de dólares ha aumentado en más de 50.000 millones de dólares desde el comienzo de la pandemia.
Latinoamérica, trabajo infantil y neoliberalismo
Por Hedelberto López Blanch, publicado en Rebelión
La pandemia de covid-19 ha destapado con fuerza que las verdaderas causas por las que sobrevive gran parte de la población latinoamericana se debe fundamentalmente a los sistemas capitalistas neoliberales instaurados en la región.
Responsables directos son los regímenes derechistas, muchas veces encabezados por millonarios o por políticos dirigidos desde Washington, que acatan todas las leyes de controles financieros y económicos impulsadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Uno de los sectores sociales que ha sido más golpeado por la crisis económica mundial y las políticas de globalización neoliberal y de privatizaciones que tomaron auge en los últimos años ha sido el de la niñez.
Falsas soluciones
El concepto de dignidad humana aún resulta muy difícil de aplicar de un modo universal a todas las personas. El doctor Salvador Moncada, prominente investigador hondureño, dijo recientemente en la Academia Pontificia de Ciencias que el covid-19 afecta con más fuerza a quienes tienen problemas cardíacos, a los diabéticos y a los pobres. Mientras los dos primeros grupos corresponden a problemas fisiológicos (con cierta frecuencia genéticos), la pobreza es una enfermedad social curable. A pesar de las grandes declaraciones y nobles intenciones —presentes en la mayoría de Constituciones políticas— sobre la igual dignidad de las personas, el trabajo por su respeto suele excluir a amplias capas de la población, dejándolas en la pobreza.