Publicado por cubanoypunto
Por Atilio Boron
Cuba es música y más música. Música por doquier: al comienzo de una ceremonia, cuando se termina, en el intervalo. Con músicos viejos o jóvenes, o inclusive niños. En un teatro, en la calle o puertas adentro en una casa o una institución. Música popular, música clásica, Mozart y Bethoven mezclados con Ernesto Lecuona y el Buena Vista Social Club. Es Chucho Valdés y Daniel Barenboim. Es Omara Portuondo, Polo Montañéz y Benny Moré junto a Pavarotti, Plácido Domingo o John Lennon y Los Beatles. Es Alicia Alonso bailando con Nureyev; es la “Colmenita” y los “Van Van”. Cuba es son, es salsa, es Compay Segundo, la Nueva Trova; es Silvio, es reguetón, es cumbia, es jazz, es guaguancó, es rumba, es bolero. Todo, absolutamente todo, en Cuba se vuelve música, se hace con música, se celebra con música, se conmemora con música. Con pianos de cola, saxos, violines, guitarras, oboes y flautas traversas hasta el güiro, el chequeré, el bongó y las tumbadoras. Y a toda hora: a la mañana, a la tarde, a la noche. Cuba es música y es parejas bailando en la calle, en el malecón, en los jardines del excelso Hotel Nacional, en las casas, donde y a la hora que sea. Su gente lleva la música en la sangre y no se cansa de demostrarlo. Y la Revolución se encargó de potenciar como nadie ese gen magnífico de cubanas y cubanos multiplicando a lo largo de la isla infinidad de escuelas y conservatorios en donde, de forma gratuita, el pueblo aprende a tocar los más variados instrumentos y a cantar profesionalmente.
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