Política exterior de Biden al concluir su primer año de mandato, huele a Trump
Por Dr. Manuel Tejeda, publicado en El Diario Latinoamericano
La política exterior de la administración Biden en su primer año se definió principalmente por la falta de voluntad para realizar cambios políticos importantes y asumir riesgos políticos significativos para cumplir con las promesas de campaña del presidente.
Hay quizás una sola excepción importante, que por supuesto fue la prudente decisión de Biden de retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán, que se destaca aún más como una de las pocas ocasiones en las que el presidente se ha opuesto al consenso predominante en Washington.
En casi todos los demás temas, Biden ha sido demasiado cauteloso y se ha contentado con aceptar el status quo, incluso cuando cuando se ha tratado de una política de la era Trump que el presidente y su equipo habían condenado como un fracaso evidente durante la campaña.
Desde aranceles hasta sanciones de “máxima presión”, venta de armas y clientes imprudentes, la consigna del último año ha sido la continuidad.
De palabra, ha habido un fuerte aumento en el énfasis en el apoyo a los derechos humanos en la retórica de la administración desde que Trump dejó el cargo, pero si buscas ejemplos de cómo Biden ha hecho de los derechos humanos un lugar central en su política exterior, tus esfuerzos serán en vano.
Esto ha sido más notable en la reanudación de las ventas de armas a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos mientras su guerra contra Yemen continúa sin cesar. A pesar de las acusaciones creíbles de que los gobiernos saudí y emiratí han utilizado armas fabricadas en EEUU para cometer crímenes de guerra contra civiles, la administración Biden ha aprobado nuevas armas y contratos de mantenimiento para el ejército saudí y ha permitido que prosiga la venta de armas por 23,000 millones de dólares a los Emiratos Árabes Unidos.
Nadie esperaba que Biden liderase una revisión radical de la política exterior de EEUU, pero incluso dentro de estándares más modestos, su política exterior no ha cumplido con lo que sus partidarios esperaban razonablemente ver.
En Yemen, el presidente hizo algunos movimientos iniciales alentadores que sugirieron que su administración se tomaba en serio el cambio de rumbo, pero a medida que avanzaba el año y el sufrimiento de Yemen se profundizaba, quedó claro que el cambio en la política estadounidense era mínimo. Típico estilo de los «MODERADOS» como Biden: hacen algunos anuncios y amagos de tomar acción, pero si los poderosos se molestan mucho, salen corri9endo a dar marcha atrás.
El uso de la guerra económica por parte de la administración Trump para infligir castigos a países enteros era una política que pedía a gritos cambios inmediatos, pero esta es también una que Biden ha hecho menos por alterar.
Siguen vigentes amplias sanciones contra Cuba, Venezuela, Irán, Siria y Corea del Norte, y no ha habido urgencia de levantar ninguna de ellas a pesar de sus efectos dañinos sobre la población en medio de una pandemia. La extensa revisión de la política de sanciones de la administración Biden es notable por lo poco que la administración puede mostrar durante nueve meses de esfuerzo.
El caso de Cuba llama especialmente la atención. Durante la campaña, Biden prometió ayudar a disminuir el sufrimiento del pueblo cubano eliminando las crueles medidas adicionales impuestas por Trump durante una feroz pandemia.
En su lugar, decidió recrudecer las sanciones, desconociendo los reclamos de la mayoría del pueblo cubano y atendiendo a las voces de la ultra derecha cubana liderada por Miami, que nunca votó por él, que jamás votarán por nada demócrata y que se pasean por las calles con carteles de «Trump es mi Presidente» y «Que se Jod* Biden».
Después de la toma de poder de los talibanes a principios de este año, Afganistán ahora está siendo sometido a los efectos destructivos del mismo tipo de guerra económica que Estados Unidos ha estado librando contra otros países durante años. La pesadilla humanitaria allí ahora amenaza a decenas de millones de vidas a menos que la administración actúe rápidamente para realizar los cambios necesarios en las políticas estadounidenses.
La negativa de la administración a ofrecer incluso un alivio simbólico de sanciones con fines humanitarios ha sido uno de los principales puntos conflictivos en las conversaciones para salvar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA). Debido a que Irán ha seguido reduciendo su cumplimiento del acuerdo nuclear para protestar por las sanciones de «máxima presión» y los ataques de sabotaje a su programa, la administración Biden no cederá en el alivio de las sanciones hasta que Irán regrese al cumplimiento total.
Esto ha creado una desafortunada prueba de voluntades en la que ningún gobierno quiere dar el primer paso para salir del estancamiento, y el resultado es que el JCPOA se está extinguiendo lentamente mientras una solución mutuamente beneficiosa mira a todos a la cara.
Habiendo perdido la ventana para una rápida restauración del acuerdo antes de las elecciones presidenciales de Irán en junio, la administración Biden ha comenzado a sugerir que ya está buscando las salidas de las conversaciones y ha comenzado a plantear una serie de malas «opciones« si las conversaciones fracasan.
Para una administración que promocionó sus propias habilidades diplomáticas y se jactó de que «la diplomacia ha vuelto«, los hechos acrecientan la decepción y hablan de un futuro poco prometedor.
El control de armas fue un área donde hubo al menos algunos puntos brillantes. Biden extendió New START a principios de año y salvó el último tratado de control de armas restante con Rusia. Las conversaciones de estabilidad estratégica entre Estados Unidos y Rusia comenzaron más tarde en el año después de la reunión cumbre de Biden con Putin, y los informes iniciales sugirieron que las conversaciones habían sido productivas para sentar las bases para futuras discusiones.
Desafortunadamente, Biden no hizo ningún esfuerzo por revivir los Cielos Abiertos, y la crisis actual sobre Ucrania hace que sea poco probable que haya un progreso significativo en los nuevos acuerdos de control de armas en el futuro previsible.
Biden merece mucho crédito por completar la retirada de Afganistán frente a una intensa resistencia y una cobertura mediática extremadamente negativa. En marcado contraste con el resto de sus decisiones de política exterior de este año, Biden reconoció lo que tenía que suceder, entendió lo que era lo mejor para los intereses del país y cumplió con la decisión cuando habría sido más fácil políticamente ceder ante sus críticos.
Si bien no es cierto que Estados Unidos ya no esté en guerra, el presidente puso fin a la presencia militar estadounidense en Afganistán cuando permitir que se prolongase interminablemente lo habría salvado de meses de críticas.
Si el segundo año de la administración Biden va a ser más exitoso que el primero, deberá asumir más riesgos y aceptar más críticas a corto plazo para promover los intereses de Estados Unidos en el exterior.
Aún cuando provoque la ira de los conservadores y los «moderados» del Congreso, Biden debe, entre muchas otras cosas:
- Comprometerse con Rusia para desactivar la crisis sobre Ucrania.
- Mejorar las relaciones con China y evitar la estúpida guerra comercial, tan dañina para ambas partes.
- Revertir las inhumanas medidas de Trump respecto a Cuba y mejorar las relaciones con Venezuela y Nicaragua, al mismo tiempo que respeta la nueva ola de gobiernos con tendencia izquierdista en Latinoamérica
- Presionar a Arabia Saudita para que ponga fin al bloqueo de Yemen.
La administración también necesita examinar mucho más las políticas que heredó de Trump. Si entienden que las sanciones de «máxima presión» han sido un cruel fracaso en todos los ámbitos, deben levantar o suspender esas sanciones en la mayor medida posible.
Lo que la administración Biden no debe hacer es simplemente mantener las políticas de la era Trump durante los próximos tres años por temor a la reacción política de quienes lo atacarán en los términos más duros sin importar cuanto haga para besarles su sucio trasero.
Publicado el 5 enero, 2022 en EE.UU y etiquetado en #Biden, #EEUU, #PolíticaExterior. Guarda el enlace permanente. 1 comentario.
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