Desde muchos medios hacen referencia reiteradamente a las y los enfermos y muertos por la Covid y, si bien es cierto que la situación ha empeorado considerablemente, no hay sino comparar las cifras de Cuba con las de los países de su entorno y de Europa para observar cómo son sensiblemente inferiores a las que hemos tenido y tenemos por estos lares. No ponen tanto énfasis en destacar que Cuba es el único país latinoamericano que está desarrollando sus propias vacunas (Abdala ya en uso, Soberana 2 a la espera de autorización y otras tres en fases previas). Sí, un pequeño pueblo de escasos recursos naturales y bloqueado está afrontando exitosamente este reto.
También nos hablan de represión y detenidos, difundiendo en ocasiones imágenes que ni son de Cuba. Al parecer están muy preocupados, pero, como un simple ejercicio de comparación, no estaría mal que otorgasen cobertura de forma proporcional en función del nivel de violencia. ¿Cuántos minutos y caracteres a la violencia contenida frente a los alborotos en Cuba y cuántos a los más de 400 ojos perdidos en las manifestaciones de Chile, o a las docenas de asesinados y cientos de desaparecidos en las protestas en Colombia? Ello por no hablar de los 1206 líderes y lideresas sociales y 277 guerrilleros desmovilizados de las FARC asesinados desde la firma de “paz” en 2018… Tampoco nos mostrarán las manifestaciones de cubanas/os que han salido a la calle estos días en defensa de la Revolución.
El uso del “SOS Cuba” supone colaborar con esta operación de confusión, ya sea desde la ignorancia o desde una posición política consciente. “SOS Cuba” responde a una estrategia concreta, sí, impulsada y financiada desde EEUU, y que cuenta con la colaboración local de los lacayos del capital para su propagación. Tal y como ya hicieran con los “artistas rebeldes” de San Isidro o con la publicitación de la canción “Patria y vida”. Y no, esto no va de etiquetar al otro u otra para justificarse en el inmovilismo. En Cuba hay problemas, es evidente, y las y los revolucionarios (incluidos los dirigentes) no los niegan. La situación genera desgaste, tanto material como emocional (eso es lo que busca en último término el bloqueo), y no debe resultar sencillo mantener la serenidad y saber ubicar las cosas más simples del día a día en un determinado contexto desde algunas carencias o desde la espera en una cola. Menos aún para muchos/as jóvenes, alejados/as de la retórica de los mensajes oficiales y bajo el bombardeo continuo de ciertas campañas a través de redes sociales. Pero no olvidemos nunca qué mano está detrás de estas maniobras. Desprende un hedor demasiado parecido al de las “revoluciones de colores” experimentadas en otros lugares. Sumir a la población en una delicada situación, fomentar protestas e intentar abrir la puerta a una intervención extranjera, ya sea bajo la excusa de la protección de los derechos humanos o disfrazada de ayuda humanitaria, como ya intentaron en Venezuela. Seguro que en Cuba se pueden cambiar y mejorar muchos aspectos, pero el qué y el cómo lo debe decidir el pueblo cubano, y sin la presión asfixiante de la mayor potencia económica y militar del mundo. Si el bloqueo ha sido la excusa utilizada por lo que denominan como “régimen” para no realizar cambios ¿por qué no lo han dejado en evidencia suspendiendo el bloqueo? No lo deben tener tan claro…
Los gritos de “libertad” utilizados contra la Revolución cubana no tienen más credibilidad que los lanzados por la ultraderecha en Madrid en plena pandemia. Al margen de la imprescindible crítica al poder establecido (crítica al poder transformador, para mejorarlo; denuncia al poder opresor, para derribarlo), ¿qué hay detrás de quienes gritan “libertad”? ¿qué propuesta? Los revolucionarios que asaltaron el cuartel Moncada el 1953 para intentar derrocar la dictadura de Batista tenían un programa que implementar una vez tomado el poder, el cual fue detallado en el propio juicio por Fidel en su alegato La Historia me absolverá. Quiénes vemos hoy gritando “libertad” en Cuba ¿qué proponen? ¿Acabar con la Revolución y volver al capitalismo? ¿Volver a quedar en manos de EEUU ratificando la teoría de “la fruta madura” de John Quincy Adams, como ya ocurriera con la Enmienda Platt impuesta tras la expulsión de los colonizadores españoles?
La formación y el orgullo de la mayoría de cubanas/os y las sólidas raíces de la Revolución pondrán en su lugar estos intentos contrarrevolucionarios, como han hecho en anteriores ocasiones. Al pueblo cubano corresponde desarrollar y perfeccionar su proceso revolucionario, con sus dificultades, errores, contradicciones y con sus enormes logros. A las y los internacionalistas vascas/os nos atañe trasladar la solidaridad al pueblo revolucionario cubano, denunciando la contrarrevolución y contrarrestando las mentiras que se divulgan aquí. Porque en el caso cubano, al igual que en Euskal Herria y a nivel mundial, quien necesita un SOS es la verdad.
Iñaki Etaio. Militante de Askapena.
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