Sin duda ha sido el estallido social más portentoso y prolongado en la historia del país. La convocatoria inicial del Comité de Paro para el 28 de abril fue acogida en ciudades y pueblos de todo el territorio nacional, por personas con o sin empleo, comunidades sumidas en la pobreza y la crisis.
Pero el llamado desbordó cualquier expectativa. Quien ha estado en la primera línea de la protesta ha sido la juventud marginada, despojada de sus mínimos derechos y oportunidades, como resultado de décadas de abandono, de políticas excluyentes y de múltiples expresiones de violencia.
Es una juventud que se moviliza de muchas formas, con arengas, expresiones artísticas y culturales. Encontró en las trincheras de las barriadas y en la movilización callejera la posibilidad de revivir sus sueños y de fortalecer su resistencia. Ha puesto la mayor parte de los más de setenta muertos, desaparecidos, encarcelados, heridos, violaciones sexuales documentadas.