La actual administración de la Casa Blanca activó la Ley Helms Burton en su totalidad para infundir temor en los inversionistas y frenar la entrada de capital foráneo necesario para el desarrollo de la isla, además de la persecución sin precedentes a las operaciones financieras y comerciales de Cuba en el exterior.
De igual modo, entre otras acciones, el gobierno estadounidense aplicó medidas no convencionales para obstaculizar la entrada de combustible a la mayor de las Antillas, lo cual afectó a todos los sectores cubanos, siendo el más visible el transporte urbano.