El sitio web de la Red Cubana de la Ciencia, que acoge el debate, reproduce declaraciones de Robin O. Cleveland, profesor de ingeniería en la Universidad de Oxford, quien aseguró que resulta difícil creer que las personas afectadas sufrieran daños cerebrales.
Cleveland dijo al periódico The Guardian que el sonido tendría que llegar directamente al tejido cerebral y siguiendo el mismo principio de los equipos de ultrasonido, ya que si existe aire entre el cuerpo y el sonido, este no puede atravesarlo.
En relación con esos incidentes, el neurólogo Seth Horowitz, autor del libro El sentido universal. Cómo la audición modifica la mente, declaró a la revista Bussiness Insider que no existe ningún fenómeno acústico en el mundo que pueda causar los síntomas descritos.
Según Horowitz, ningún equipo conocido que sea inaudible e indetectable podría tener las propiedades atribuidas a esas armas sónicas.